Nuestro (mi) ángel

Eras y eres nuestro (mi) ángel. Te arrebataron la vida como si no te perteneciera. Como si fuera suya.

Hace más de 20 años que lloramos tu pérdida, y aún hoy tengo en la mente tu bella sonrisa, tu cálida voz, tu ternura, tu dulzura, tus enseñanzas. Porque no es que te dedicaras a eso, es que eras la viva imagen de la amabilidad hecha persona, y por eso tu trabajo parecía tan fácil para ti, y tan valorado por los que estábamos al otro lado del pupitre.

Esta noche, sin razón quizás, has vuelto a mi memoria. Entre la inquietud de la noche y el sueño a ratos, he recordado aquel día en que, entre los propios alumnos, nos fuimos avisando de que te habían encontrado sin vida, de que te habían arrebatado la vida. Quizás de quien menos lo esperabas.

Ya no estábamos en el colegio, donde te conocimos, pero en el instituto, aquellos que estábamos en contacto, nos fuimos contando la historia, y acudimos a saber qué había pasado. Sin creerlo, sin poder hablar, con sollozos en la garganta, fuimos conociendo datos.

Y ver a tanta gente con la misma sensación no alivió nuestra desazón, sino todo lo contrario, nos derrumbó un poco más. Porque teníamos la esperanza de que no fuera cierto, de que se habían equivocado. Queríamos verte de nuevo, un día más, por el colegio, paseando.

Fue la primera vez que me enfrenté a eso que ahora llaman la lacra del siglo XXI (aunque esto que cuento fuera del siglo anterior, que no está tan lejos como parece). La impotencia, la rabia, el coraje, se instaló en los que te valorábamos tanto. En los que te habíamos conocido y te queríamos. Y lo peor es que no podíamos creerlo. No queríamos creerlo.

Porque no solo fuiste una buena profesora, sino una bella persona, alguien a quien se podía confiar cualquier cosa.

Esta noche no dejaba de ver tu rostro, tu pelo siempre recogido con hebillas, ese pelo semi ondulado y formando una media melena. Tu sonrisa siempre instalada en tu boca, enmarcando tu cara. Esas facciones bonitas y a la vez tan calmadas que no solo provocaban respeto, sino confianza. Ese acento tan particular, y tu belleza natural.

Hace demasiados años, pero no podré olvidarme de ese ángel que se fue (no porque quisiera ni lo buscara) tan pronto, demasiado pronto. No sé por qué has entrado esta noche en mi desvelo, pero estoy segura que alguna razón habrá. Me alegra comprobar que no me olvido de ti, como no lo harán todos los que te quieren.

Seguirás siendo nuestro (mi) ángel, eso no lo dudo. Y gustosa estaré de que vuelvas a mis desvelos.

nuestro (mi) ángel

 

12 comentarios sobre “Nuestro (mi) ángel

  1. Y seguirá perdurando, porque estoy segura que, dentro de X tiempo, me volverá a asaltar, una noche o cualquier hora del día, esta maravillosa mujer.
    Mil gracias
    Un abrazo

    Me gusta

  2. Creí que era necesario en el momento en que entendí que soñar con esa persona había sido una especie de aviso, de llamada a ello. Y me rondó un posible texto casi toda la noche, y hasta que no lo plasmé no me quedé tranquila. Aunque pienso que podría haber sido más bonito, como lo era ella…

    Me gusta

Deja un comentario