¿Con quién pretendes competir?
No puedes ofrecerle nada que no tenga o nada que no le hayan ofrecido ya.
Esa reflexión, obviamente, no le gustó, quizás porque sabía que era muy cierto, pero no se la podía quitar de la cabeza…
¿Qué podía ofrecerle? Nada, concluyó.
