Quise abrazarte tanto y tan fuerte, que ni me di cuenta de que te dolía mi cercanía.
No quise enterarme de tu debilidad, por eso intentaba actuar contigo como antes.
Pero hasta en tus peores días quise no mostrarte mi pena, porque de derrumbarme, no me hubiera levantado jamás.
Y tú, además, me necesitabas…