
Mi propia heroína

Aglutinó letras, palabras…
Pero fue de esas veces en que no supo expresarse, explicarse, en que las ideas se amontonaron sin sentido, sin querer salir…
Fue imposible decir lo que sentía, y por una vez, se sintió impotente…Porque siempre había sido capaz, de una u otra manera, de expresar lo que sentía, lo que quería, lo que necesitaba, lo que deseaba…
Sabía que se habían terminado los sentimientos. Pero no se atrevía a dar el paso de ser solo un objeto que utilizaba a otra persona como otro mero objeto. No estaba acostumbrada, pero sabía que era lo que le apetecía. Aunque ella no fuera así.
Pero estaba cansada de no ser de esa manera, de aquellas que disfrutan sin comerse la cabeza; de esas que juegan con un hombre por placer, sin pensar en el mañana; de las que podían estar alegres, centrarse en pasar un buen rato y nada más; sin expectativas, como ellos, como él…
Y confiaba en poder ser capaz de tratar esos sentimientos, mantenerlos a raya y poder dejarse llevar, simplemente, como cuando las olas del mar la mecían en las noches de verano; o cuando se dejaba llevar por la música, sin pensar en nada más…Así, tal cual…
Ahora que San Valentín no es que planee sobre nosotros, sino que nos ha caído encima, pues ya estamos en esta fecha, tan repudiada por unos (por aquello del consumismo), y tan adorada por otros (los que gustan de regalar y demostrar en esta fecha), tengo una reflexión, y es que, el amor no es cosa de un día, ni de dos…
Que prefiero que me quieran cuando la cosa esponje y no que digan desde el primer día cuanto les encanto, para a los dos días, cansarse y echarme a un lado…
Que prefiero estar sola que aguantar a mi lado a alguien que no esté convencido de quererme, respetarme, hacerme crecer y ser mejor persona…
Que prefiero una y mil veces que me digan la verdad, a que me tengan engañada como una boba el tiempo que, como entretenimiento, les sirva…
Que prefiero que me quieran todos los días un poquito a que me amen con locura tan solo un día…
Porque el amor, no es cosa de un flechazo de Cupido, sino de sosegar y sopesar los pros y los contra. Que los flechazos llegan, y nos obnubilan, pero después se nos tiene que caer la venda de los ojos para que continuemos siendo dos que se complementan y no uno que absorbe al otro…
No soy perfecta, pero de mis imperfecciones estoy orgullosa…
No soy quien se despierta con una sonrisa en los labios, sobre todo si toca madrugar, pero sí con las pilas cargadas de energía para luchar por mi día a día…
No soy ésa que siempre tiene una buena respuesta, porque cuando me ofusco, lo demuestro, pero en cambio, soy capaz de tornar mi actitud cuando entiendo que me equivoco…
No soy quien va regalando achuchones todo el día, pero me encanta demostrar cariño a mi manera, que es en la intimidad y a quien se lo merece…
No soy quien puede resistir sin ojeras cuando paso una mala racha, pero le pongo maquillaje a mis heridas y continúo…
No soy quien toma decisiones correctas siempre, pero de tropezar con la piedra intento aprender…
No soy la típica chica de revista, tengo un montón de desperfectos, físicos y personales, pero estoy orgullosa de ellos, porque me hacen ser yo, no cualquier otra…
No soy aquella que tiene el cuerpo perfecto, pero intento sentirme estupendamente bien con lo que tengo, con mis defectos y mis virtudes…
No soy una belleza de esas que hacen que los tíos se vuelvan a mirarla, pero tengo mi aquel, seguro que alguien reconoce que no estoy tan mal…
No soy la más inteligente, pero sin duda, intento aprender todos los días, para no quedarme atrás, en la vida, en el trabajo, en mis aficiones, etc…
No soy todo lo que buscas, pero quizás tengas que saber que tampoco vas a encontrar eso que crees que existe. Lo que no sabes ni sabrás nunca que dejaste marchar a alguien especial, singular y que, por encima de todo, quería estar, quería conocerte, quería…A lo mejor tú no estás a la altura de lo que dejas pasar y eres demasiado poco para a quien aspiras impresionar…
Por una vez en su vida estaba dispuesta a dejar de lado los sentimientos. Olvidar que tenía alma y que necesitaba sentir. Y simplemente disfrutar de la vida. Si esto era lo que le ofrecía la vida, tenía que aprovechar y ser consciente de que, no era la mejor manera de llegar a la felicidad, pero sí de gozar.
Y poco más hizo. Dejó a un lado sus pensamientos, esos que tanto la frenaban y se dispuso sencillamente a dejarse llevar. Y los prejuicios, los suyos y los de los demás, porque en definitiva, poco le importaba lo que pudieran pensar aquellos que no la entendían. Aquellos que tenían todo lo que necesitaban. Aquellos que veían la vida desde un prisma distinto. Aquellos que no se ponían en su lugar. Y quien quisiera juzgarla, que lo hiciera…Ya no estaba paratonterías, y punto…
No entendía por qué muchos a su alrededor tenían tanto miedo a la soledad. Era incomprensible.
No la soledad de sentirse desprovisto de amigos, familiares. Solo por no estar en pareja. No lo entendía.
Ella, tan acostumbrada a que los hombres fueran y vinieran en su vida, no ansiaba estar con nadie si ese alguien no le correspondía. No quería estar junto a alguien por estar. Si ese alguien que esperaba, llegaba, que fuera porque así lo desease, pero no por obligación.
Por eso se había acostumbrado a sentirse cómoda estando sola, porque para ella esa soledad de la que algunos hablaban era la libertad de poder sentir que había un espacio reservado para alguien, alguien especial, no para cualquiera, porque cualquiera puede llenar un hueco, pero no de la manera que ella esperaba…
Por eso no entendía el miedo y el rechazo de algunos a la soledad…