Pasó el otoño, llegó la primavera, y casi el verano…
Y ahí te veía, en el mismo sitio. Yo pasaba de lejos, con el coche, o andando de vez en cuando, solo para acercarme un poco.
Pero lo único de lo que fuimos capaces es de mirarnos, bajar la cabeza, y continuar con nuestras cosas.
Y ahí se quedó. Sin más. Y seguro que llega otro otoño, y te sigo viendo de lejos, sin atreverme a más. Sin pedirte más…
