Se pasaron horas mirando la luna, sin hablar.
De vez en cuando, mirándose de reojo, pero no les hizo falta más, aquella noche no…
Y es que, cuando se sentían agusto, les sobraba el mundo, los demás, e incluso las palabras…
Y ésa era una de esas noches, de esos momentos, en que se bastaron solos y se olvidaron de todo y de todos…