Intentó guarecerse de él hasta que aquella tormenta de sentimientos amainase, porque no podía mirarlo a los ojos y saber que todo había sido una mentira…
No podía dejar que viera su cara, abatida, por todo aquello que sabía que sentía y pensaba y no servía de nada…
No podía mirarle y tener tan claro que todo lo que había construido lo había hecho sola, porque él no había movido ni un dedo…
Por ello lo mejor que le pudo pasar fue que su guarida fuera aquel lugar que nadie conocía donde podía estar a solas, recomponiéndose poco a poco…