Avergonzada dejé que avanzaras por mi ropa, dejándola a un lado.
Pero sin dejar mi pudor aparcado.
Porque sentirme desnuda y observada me creó cierta vergüenza.
Pero me pudo el deseo de sentirte, y que me sintieras, recorrer tu cuerpo, tomar tu cara entre mis manos y que hicieras lo mismo conmigo…
Pero saber que tus ojos me recorrían y escrutaban cada centímetro de mi cuerpo, de mi piel, me hizo ruborizarme, y sentirme aún más avergonzada. Menos a la altura de las circunstancias.
Pero de poco sirve el velo de la vergüenza cuando el deseo llama a tu puerta, aunque esa sensación no desaparezca, siempre te acompaña.

Que bonito!!
⚘
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¡¡Gracias!!
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