Mi fortaleza no es siempre infinita ni eterna. No siempre es máxima.
A veces se quiebra, se resquebraja y se rompe, aunque todos los días me repita a mí misma que hay que ser fuerte, no dudar, no caer, no lamentarme.
Pero no siempre esa armadura es de metal. Hay días que es una pared de cristal que se hace añicos.
Y entonces me debilito, las lágrimas asoman y se me nubla la vista. Quizás escribir sirve para echar la rabia fuera. Porque no me apetece mostrar mi debilidad a nadie, porque hay que ser fuerte.

Buenooo
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