El calor sofocante no solo se debía a la ola de calor cálido (por no decir caliente) del mes de agosto…
El mínimo espacio que había entre sus cuerpos le hizo sentir sofoco, un calor interno que emanaba de su cuerpo y que le pedía a gritos acabar con aquello.
Por eso se acercó a él, lenta y pausadamente, para terminar con ese sofoco.
Buscó su boca, su piel, su contacto, y lejos de calmarse, sintió mayor necesidad de sentirle cerca. Por eso no dudó en tirarse a sus brazos y buscar su sexo…
