Aquella extraña era la más bonita casualidad con la que encontrarse los lunes.
Sí, los lunes, porque ambos acudían a aquella reunión, se miraban, se contemplaban, ella contoneaba su pelo mientras lo miraba, y se marchaban sin mediar palabra.
Un día y otro. Él se quedaba paralizado ante aquella mujer, tan preciosa y tan misteriosa a la vez, tan linda y con una bella sonrisa como carta de presentación…

Muy bueno!!!
Me gustaMe gusta
¡¡Gracias!! 😉
Me gustaMe gusta
Como caminos que se cruzan en el desierto 🙂
Me gustaMe gusta
Más o menos…porque suena a recompensa de la buena!
Me gustaMe gusta