Tu estúpida y engreida actitud dolió. Pero ya no.
Porque los mentirosos no tienen cabida en la vida de alguien como yo. Y tu problema fue no decir la verdad nunca, ni poniéndola delante de tus narices.

Has preferido contar mentiras, una tras otra, a decir la verdad. Si el resultado era el mismo, que no te importaba quien preguntaba, qué más te daba decir la verdad.
Pero no. Preferiste seguir mintiendo y provocando malestar y dolor en mi. Hasta que ya no dolió más.
Si tú no cuentas la verdad yo la formaré, pieza a pieza, por ti.