Cuando menos lo esperas, vuelves a sonreír, porque te olvidas que en algún momento te hicieron daño, te apartaron como se hace con los juguetes viejos y te despreciaron.
Un día, encuentras uno, dos o tres motivos para sonreirle a la vida, para alegrarte y para venirte arriba. Al igual que un día esa persona apareció para hacerte sonreír, ahora sin ella, lo haces igualmente. Porque te puede quitar la sonrisa un día, dos semanas, dos meses, pero te das cuenta de que no puedes ir de gris por una vida llena de colores.
Volver a sonreír es lo que te apetece, por si en algún momento hay oportunidad de que alguien vea tu sonrisa y decida disfrutar de ella, de ti y de todo o más…