Me planteé que no tenía nada que perder, por tanto cualquier cosa que hiciera solo podría mejorar las cosas…
Porque para bien o para mal, cualquier paso que diera, me llevaría a algún lado. Aún no sabía si bueno o malo, pero mejor que la incertidumbre, seguro…
Y entonces supe que cuando no tienes nada que perder, eres más arriesgado, y ves las cosas de manera muy distinta.

Por eso estaba bien, por un momento, perder el tiempo, sonreirme, sonreirle, y hacer aquello que, de otra manera, no me hubiera atrevido a hacer, porque cuando eres un desahuciado de la vida y no hay nada que ganar, tampoco te importa perder, si que es pierdes…