Cuando los cimientos de tu vida se mueven nunca lo hacen solos.
Ese movimiento siempre viene unido a otros que dejan huella.
Para bien o para mal.
Y tienes la impresión de que nunca será para bien, porque no hay un momento de respiro…

Pero toca caerse, levantarse y reponerse, porque la vida no debe poder más, por lo menos no en esta batalla. Otra en definitiva que mueve tus cimientos y te deja tocada, pero no hundida.