Tenía la certeza de que no volverías. Y no lo hiciste.
Como cada día, te mandé un mensaje para desearte un buen día y que tu mensaje de vuelta alegrara mi mañana. Y aunque esperé más allá de la hora en que me tenías acostumbrada, no llegó.
Y entonces supe que lo que temía desde hacía días se hacía realidad.
No volverías. Encontraste otros brazos en los que acurrucarte, otros ojos que mirar de frente y otra boca que besar…Y no volviste.
