Volvimos, como dos autómatas, al lugar en que nos vimos aquella noche, por primera vez…
No fue de forma consciente, pero solo hicimos mirarnos, y sin hacernos la pregunta, sabíamos que ambos teníamos en mente la misma idea.
Y allí volví en el tiempo, y te recordé tomando mi mano fría para calentarla, aunque yo me sintiera incómoda porque puede que la situación no fuera la idónea.
Me recordé mirándote de vez en cuando, buscando tímida tus ojos, por si me decían algo…
Me recordé disfrutando de un ambiente que no era el mío, y en el que me ubiqué perfectamente. Quizás porque lo hiciste cálido…
Me recordé hablándote con desparpajo, aunque mi timidez me tenía bloqueada.
Y, sobre todo, nos vi actuando con normalidad…
Quizás por todo eso, y por escribir alguna otra anécdota más, volvimos a aquel lugar, que sin quererlo se podía convertir en un sitio especial...
