Se le hizo raro que por su cabeza pasara esa idea, pero era cierto que estar en sus brazos era como estar en casa…
Y le extrañó que esa sensación le pareciera cierta cuando aquellos brazos eran nuevos, demasiado nuevos.
Porque había habido brazos de años en su vida que no le habían reportado esa calidez. Y en cambio los suyos sí…
Quizás, pensó, no eran en sí esos brazos que conseguían arroparla como si fuera una niña, sino el olor que desprendían, el calor que daban…
Y eso era lo que le hacía sentir como en casa…Seguro…
No es el tiempo, es la seguridad 🙂
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¿aunque haga poco que esa persona está?
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La vida se pasa volando y a veces lo poco y lo mucho son tan relativos… Un saludo
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Eso es cierto. Por eso yo me tiro a la piscina a la más mínima, aunque siempre me salga regular jeje. Gracias por tus comentarios. Saludos
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MUY BUENO!!!
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¡¡Muchad gracias!! Es un gustazo saber que mis relatos gustan
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