Sintió un deseo irrefrenable de besarle…
Pero no supo si era o no correcto. También pensó que estaba cansada de seguir las reglas, las normas, de ser siempre lo que se esperaba de ella.
Ese pensamiento, que duró una milésima de segundo, se esfumó, y volvió ese deseo, esas ganas…
Mientras ella discernía si hacer lo que sentía o lo que le dictaba la sociedad, lo aprehendido, él esperaba paciente, mirándola a los ojos. Sin quitarle ojo de encima…
Y no pudo más que dejarse llevar y derretirse, por esos ojos color miel hacía mucho que la habían ganado…
