Una imagen vale más que mil palabras. Y qué cierto es. Qué dolor puede suponer una simple imagen, sobre todo cuando es inesperada, unida al silencio injustificado.
Pero que confirma que no me equivocaba, que por desgracia volviste para joderme y lo conseguiste. Con conversaciones vacías y sin destino. O sí, pero solo tú lo sabes. Con invitaciones a creer que algo había cambiado, por eso volviste.
Pero puede que no haya cambiado nada, seguro que una vez más era para entretenerte, para tomarte una venganza que no tiene lugar, para fastidiarme, para no sé qué, cuando ya había y hay alguien.
Y aún me pregunto, entre otras cosas… ¿para qué volviste a mi vida?
