Ahí estabas. Con tus zapatillas viejas y tu pantalón raído con agujeros en las rodillas. Con tu camiseta blanca de manga corta que resalta tus trabajados músculos, sin que parezcas lo que no eres…
Con la mirada perdida y apoyado en el coche. Con aire desenfadado y despreocupación en la pose de tu cuerpo…
Me paré a contemplarte un instante y entonces, como si me hubieras sentido, te giraste. Me sonreíste. Te sonreí. Y me acerqué a ti…
