Si dijera que me encanta tu risa no haría
justicia a la sensación tan placentera
que me recorre cuando te escucho reír…
Tu sonrisa socarrona me divierte y
hasta tus ojos transmiten paz y alegría
cuando sonríes…
Así que no dejes de sonreír (me) jamás…
Lo nuestro duró menos y nada…
Duró lo que un suspiro al salir de mi boca…
Duró lo que un pestañeo coqueto…
Duró lo que un momento de alegría…
Duró demasiado poco…
Tan poco, que no me dio tiempo a saborearlo…
¿Y si la noche me aterra? ¿Qué hago?
Dónde te busco, dónde estarás para abrazarme a ti y que calmes mi miedo…
Dime…
Hay quien te hace pensar. Y eso ha hecho hace unos días un amigo.
Un amigo de esos que, si te pones a contar, conoces desde hace más de 20 años…
Te hace ver, desde tu prisma, lo fácil que pueden ser algunas cosas. Y lo difíciles que lo hacemos los demás…
Te hace ver la necesidad de ser positivo. Porque de otra manera, las malas noticias del día a día, las ausencias, los castigos, el sufrimiento, te hunden poco a poco…
Te hace ver lo sencillo que es hablar con alguien a quien tienes cariño a pesar de llevar años, quizás, sin saber de esa persona.
Y eso hace que me reconforte la idea de que, a pesar de apreciar a quien no debemos, hay veces que la vida te permite preservar amigos que estaban, están y seguro, estarán…
Y yo me siento afortunada por eso…
Mis Microbrelatos 