¿Y si perdemos el norte y nos volvemos locos?
Tú por mí, yo por ti…

¿Y si perdemos el norte y nos volvemos locos?
Tú por mí, yo por ti…
Que tú y yo no somos si uno de los dos no quiere…
Que no tenemos remedio, porque siempre andamos discutiendo…
Que no queremos ser, ni dejar de hacerlo…
Somos una eterna contradicción, pero aún así somos tú y yo…
No sé hacerlo mejor, ni peor, solo con mi manera de actuar, a mi forma…
Si no te gustan mis maneras, lo siento, pero así soy. Y que no suene a amenaza…
Es que simplemente no sé comportarme de otra manera…solo así, tal cual soy…
Desapareció, como lo hace el calor cuando llega el invierno…
Como lo hacen las flores marchitas cuando se ahogan con el verano…
Como lo hacen las nubes cuando invaden al sol…
Desapareció y no volvió…
A veces, a mí últimamente más de la cuenta, te gustaría gritar, decirle al mundo que no eres tonta…
Pero te callas, y llega un día en que todo eso te sobrepasa…
Por eso, aconsejo gritar más a menudo, descolocar al mundo y dejar el tuyo, el interior, en paz…
Porque sienta muy bien exprimirse, vaciarse y comenzar de nuevo a llenar el vaso…
Si me echas de menos, ven a buscarme, que aún tengo las ganas intactas…
Si me echas de menos, mímame, coquetea conmigo y juguemos a ser adolescentes…
Si me echas de menos, no lo hagas a medias y dímelo sin tapujos…
Somos la máxima expresión de la compenetración…
Somos la cuadratura perfecta del círculo…
Somos lo que queremos, sin añadiduras…
Pero ante todo, somos tú y yo…
De cuando tú y yo éramos uno…
De cuando tú y yo éramos vida…
De cuando tú y yo éramos disfrute…
Pero también de cuando tú y yo fuimos historia…
Te sentí cerca, nuestros cuerpos, acalorados, pero cercanos…
Te sentí, piel con piel, y era demasiado real como para no ser verdad…
Te sentí, tocando hasta el último centímetro de mi cuerpo, y dejándome besar el tuyo…
Te sentí, largo rato, el suficiente para engancharme tanto a ti como para no dejarte marchar…
Su mirada prendió su deseo y quiso ahondar en ella aún más. Porque hacia tiempo que no veía una mirada tan transparente, divertida y sincera.
Por eso no tuvo recelo ni sintió vergüenza por permanecer ahí, mirándolo, mientras se divertía interpretando aquello que le transmitía.
Pero hubo una décima de segundo en que le dio por pensar que su mirada en realidad no la estaba viendo a ella, sino a otra persona que no estaba presente pero sí cercana a su ser. Por eso comprendió que era mejor no ilusionarse con esos ojos claros que tanto le habían transmitido.