Olvidar es sencillo. Hasta que recuerdas que el lugar en el que vives no es tan grande y al final te tienes que dar de bruces con el pasado.
Olvidar es sencillo cuando te lo permiten. Si no se convierte en la peor de tus pesadillas. Pero el tiempo es sabio y cuando te permite que pasen los días, las semanas y los meses, al final se te hace el cuerpo y simplemente no te preguntas por qué. Y sabes que tienes muchos motivos para no volver la vista atrás.
Olvidar es sencillo cuando no te dieron una explicación lógica, cuando te la negaron. Cuando te pusieron en bandeja tener claro que la excusa con la que alguien se aleja de ti es tan absurda que es ilógico creerla.
Olvidar es sencillo cuando te colocas enfrente de alguien que no tiene ni idea de lo que quiere ni lo que le puedes aportar. Cuando estás delante de alguien que no tiene de con quién habla.
Olvidar es sencillo cuando tus sospechas se cumplen. Cuando el tiempo te ha demostrado, y no tanto después, que lo que creías al final era cierto, que la fachada dice mucho de alguien y que la actitud, la personalidad y todo lo demás muchas veces se presiente con solo ver la envoltura de alguien…
Olvidar es sencillo, hasta que un día el tiempo te pone delante de ese alguien. Pero igualmente hay que tener la mente fría y volver al día de ayer cuando no te planteabas nada de esto…
Y simplemente olvidar, olvidar, olvidar…