Se le hizo raro que por su cabeza pasara esa idea, pero era cierto que estar en sus brazos era como estar en casa…
Y le extrañó que esa sensación le pareciera cierta cuando aquellos brazos eran nuevos, demasiado nuevos.
Porque había habido brazos de años en su vida que no le habían reportado esa calidez. Y en cambio los suyos sí…
Quizás, pensó, no eran en sí esos brazos que conseguían arroparla como si fuera una niña, sino el olor que desprendían, el calor que daban…
Y eso era lo que le hacía sentir como en casa…Seguro…



