La soledad a veces se pide a gritos. Otras, se huye de ella…
Hoy es uno de esos días en que, sin querer, he ido buscando la soledad, a pesar de estar rodeada.
Porque hay días que el cuerpo te pide gritar, a solas; hablar contigo misma, a solas; estar con gente, pero a solas; preguntarte muchas cosas, pero a solas; y cabrearte, permitir que te dé el bajón e intentar recomponerte.
Pero es básico pedir ayuda a esa soledad que te permite intentar abrir la mente y ver más allá…
Aunque al final del día el cuerpo te pida un abrazo y abandonar esa soledad…
