Te llevé a la habitación de aquel hotel, aunque jamás me hubiera sentido capaz de proponerte aquel plan. Soy demasiado tímida, demasiado reservada.
Allí, coqueta, te quité la ropa y te tendí en la cama, para recrearme en tu cuerpo y hacerte aquel masaje que tanto había soñado, noche tras noche cuando me iba a dormir.
Un masaje que me hizo conocer cada rincón de tu cuerpo y perderme en la lujuria de tu receptividad.
Y finalmente, perderme en ti y hacer que te recrearas en mí…
