Ya sabéis que creo mucho en las miradas. Sobre todo en la de los extraños…
Un extraño con el que me he cruzado varias veces ya y que me ha sorprendido girándose y mirándome de forma descarada.
Pero hoy quizás no era mi día, y por tanto no me he atrevido a levantar la cabeza. Es más, me he resguardado en mirar al suelo y he preferido contemplar mis zapatos.
Porque hoy no era el día. Y es que, por algo que no venía a cuento, quizás mi mirada era más dura, y mostraba rabia, miedo, cansancio…
Pero estoy segura que buscaré otra razón para pasar, buscarle y mirarle. Sin reparos.